Cuando las expectativas que tenemos sobre los demás son demasiado elevadas pueden llevarnos a experimentar un sentimiento de decepción, que es lo que sentimos cuando los demás no responden de la forma en que esperábamos que lo hicieran.
Solemos esperar que los demás actúen de la misma forma en que lo haríamos nosotros. Y la realidad es que esto no siempre puede ser así. Los demás no tienen por qué actuar de la misma forma en que lo haríamos nosotros y esto no está mal.
Si de forma recurrente tiendes a esperar más de lo que una persona puede aportarte, tenderás a sentirte continuamente decepcionado/a y creerás que nadie nunca va a estar a la altura y que tú siempre vas a dar más de lo que recibes. Como consecuencia, será muy difícil para ti mantener tus relaciones sociales, ya que sentirás enfados recurrentes hacia las personas de tu alrededor y esto puede acabar lastimando vuestra relación.
Cuando esto ocurre es importante hacer un trabajo personal para ajustar las expectativas que tienes sobre las personas que te rodean y aprender a redefinir tus relaciones.
Para ello, te puede ayudar hacerte la pregunta ¿qué me aporta esta persona en mi vida? No todas las personas de tu alrededor te van a poder aportar lo mismo. Además, es imposible que una persona reúna todas las cualidades que buscas en los demás, aunque con frecuencia cometemos el error de pensar que sí es posible.
Así que, tendrás el típico amigo que tiene toda la paciencia del mundo para escucharte sin hacerte sentir juzgado/a y al amigo con el que no paras de reír y de hablar de temas banales, pero con el que de nada te serviría compartir tus problemas porque no va a implicarse emocionalmente con ellos. Cada uno de ellos te aporta algo distinto y los dos son igual de importantes en tu vida porque te aportan algo que es valioso para ti: diversión, apoyo emocional, ocio compartido, interés común, trabajo, sexualidad…
La clave está en ser consciente de que no todo el mundo te podrá aportar todo lo que tú necesitas de los demás y por tanto, ser consciente de ello y no esperar algo de alguien que no te lo va a poder aportar te ayudará a disfrutar de tus relaciones y a no estar centrado/a en lo que no pueden darte.
Por otro lado, es importante trabajar la comunicación de nuestras necesidades. Esperar que los demás sepan cómo actuar no es la mejor opción, ya que no tienen por qué saber lo que tú necesitas de ellos. Una buena alternativa es comunicarles directamente lo que necesitas. Pero para ello, antes tendrás que hacer el ejercicio de identificar qué necesitas de la otra persona, ya que muchas veces esperamos que los demás den respuesta a una necesidad que ni si quiera nosotros mismos hemos sido capaces de identificar.
Además, será importante tener en cuenta que comunicar lo que necesitamos no implica que los demás puedan dárnoslo, a veces no estarán disponibles porque tengan otras prioridades o porque tengan que atender sus propias necesidades. Y esto es muy importante respetarlo. Por ello, también es fundamental el aprender a satisfacer nuestras necesidades emocionales nosotros mismos para no sentirnos desbordados en aquellos momentos en los que los demás no puedan estar disponibles para atenderlas.
Hasta aquí esta reflexión que espero que te sirva de ayuda.
¡Un saludo!