Si sientes que todo te genera ansiedad, pero no encuentras un motivo aparente que lo pueda explicar, puede que lo que esté sucediendo sea que tiendas a anticipar continuamente que algo malo va a ocurrir.
Te voy a explicar de forma muy sencilla a qué llamamos anticipación en psicología. Anticipar sería como sacar el paraguas en Albacete cuando la nube acaba de entrar por Galicia. Imagina salir a la calle y ver a esta persona que va con un paraguas cuando hace un día espléndido. ¿Qué pensarías? Seguramente que es absurdo, ¿verdad?
Si nos paramos a pensar qué puede llevar a esa persona a actuar de ese modo nos damos cuenta de que se está intentando proteger de algo que no quiere que suceda y lo está haciendo con mucho tiempo de antelación creyendo que así va a estar preparada para evitar eso que teme. Así que saca el paraguas sin que aún esté lloviendo para evitar que la lluvia le pille por sorpresa y se lleve una ducha no deseada.
Ahora vamos a poner un ejemplo mucho más realista con el que quizá te sientas más identificado/a. Por ejemplo, piensa en alguna vez en la que anticiparas que tu jefe te diría que no enojado a cogerte un día libre para ir al médico o en aquella vez en la que pensaste que si no quedabas con tus amigos iban a pensar mal de ti o a enfadarse contigo y que entonces iban a dejar de hablarte. En ambos casos, lo que sucedió es que estabas temiendo que algo malo ocurriese: que tu jefe te dijese que no enojado y tuvieras que vivir esa situación tan incómoda o que tus amigos te rechazasen. Así que, probablemente optases por evitar hablar con tu jefe y en vez de eso, aplazaste varias veces la cita médica hasta que al fin encontraste un día festivo que te ahorró el tener que pasar el mal trago de perderle un día a tu jefe y poder poner remedio a ese dolor de riñones que ya se hizo insoportable. Y en el segundo caso, probablemente te obligaste a quedar con tus amigos aunque te apeteciera quedarte en casa viendo Netflix y comiendo palomitas para evitar un posible rechazo.
En psicología decimos que todo cumple una función. En el caso de la anticipación, esta nos aporta sensación de seguridad al hacernos creer que tenemos el control sobre algo que en realidad no podemos controlar o saber. En el momento, es algo que nos tranquiliza, sin embargo, lo que está sucediendo es que esa anticipación nos está desgastando psicológicamente: estamos sufriendo por algo que no ha sucedido.
La anticipación es una estrategia de regulación emocional. A veces, puede ser útil si la aplicamos en situaciones sobre las que sí que tenemos capacidad de control (por ejemplo, para planificar un viaje). En cambio, en situaciones que se escapan de nuestro control no resulta útil, por el contrario, nos consume.
Las personas que tienden a anticipar suelen padecer altos niveles de ansiedad.
¿Cómo se puede trabajar esto en terapia?
El primer paso es entender por qué hemos aprendido a protegernos a través de la anticipación. Quizá creciste en una familia en la que no se podía prever cómo iba a actuar tu padre, que padecía de cambios de humor repentinos… o quizá tu madre se ponía siempre en lo peor y tú aprendiste a hacer lo mismo… o quizá viviste un suceso repentino que te llevó a sufrir mucho y te pones en lo peor para estar preparado/a y tratar de evitar que vuelva a ocurrirte…
Una vez comprendido esto, el siguiente paso es descubrir de qué te está intentando proteger la anticipación. Volviendo a los ejemplos del principio, la anticipación puede tratar de protegerte del conflicto o del rechazo. Generalmente, la anticipación nos protege de experimentar sufrimiento emocional.
Llegados a este punto, es el momento de adquirir otras estrategias de regulación alternativas que resulten más saludables para ti, ya que la anticipación te protegió en el pasado, pero en el presente te dificulta la vida. Por eso, es necesario encontrar otras herramientas que te permitan encontrar la seguridad y confianza en ti mismo/a que necesitas.
¡Te hablo de alguna de estas herramientas en el próximo blog!