Lidiar con la insistencia de los demás puede ser molesto para casi cualquiera, pero para algunos de nosotr@s puede llegar a ser realmente incómodo, especialmente si tienes una dificultad para poner límites o decir que no.
Hay personas que tienden a ser muy insistentes: no aceptan un no por respuesta o una postura diferente a la suya. Seguramente seas capaz de identificar fácilmente a ese familiar, amigo/a o compañero de trabajo que es demasiado insistente… ¿Cómo sueles responder tú ante la insistencia de los demás? ¿eres capaz de mantenerte firme en tu postura o, por el contrario, acabas cediendo?
Vamos a verlo con un ejemplo. Casi seguro que alguna vez te viste en la situación de salir una noche de fiesta y te apeteció irte a casa antes que los demás porque tenías tus propias razones: porque lo pasaste genial y para ti fue suficiente, porque querías aprovechar el día siguiente o porque simplemente el plan te estaba aburriendo… Y es entonces cuando tu amigo te insistió para que te quedaras utilizando frases como: «venga, no seas aguafiestas que luego te lo pasas bien», «vente un rato por fa, hazlo por mí», etc., etc.
Puede que alguna vez acabaras cediendo y te quedaras aunque no te apeteciera… o tal vez buscaste alguna excusa para irte… o trataste de justificar por qué querías marcharte a casa… o quizá acabaste yéndote, pero sintiéndote culpable…
En este ejemplo, las consecuencias de no decir que no al plan puede que no sean tan graves, pero en otras ocasiones, el no decir que no o no mantenerte en tu propia postura puede tener un impacto muy negativo para ti. Por eso, es muy importante saber cómo actuar cuando te encuentres con una persona demasiado insistente.
¿Qué podemos hacer entonces cuando una persona es demasiado insistente?
- No caigas en el error de dar demasiadas explicaciones. De forma general, solemos tener la necesidad de explicarlo todo y lo cierto es que a veces se nos olvida que decir que «no» es una explicación más que suficiente.
- Utiliza la técnica del disco rayado. Escoge una frase simple y repítela sin cambiarla cuando la otra persona te insista. Por ejemplo: «no, ya me marcho».
- No dudes en decirle a la otra persona que no quieres continuar hablando de ese tema o que te resulta incómodo y si el otro no para, sé tú quien ponga fin a la conversación o se marche de ahí. Poner límites también es saber cuándo parar y cuándo marcharse.
- No gastes energía en intentar que el otro te entienda o cambie su punto de vista. Poner límites también es ser conscientes de cuándo no podemos con ello.
Si crees que te resulta demasiado complicado poner límites a las insistencia o te sueles sentir culpable cuando lo haces es importante explorar de dónde viene esa dificultad para poder trabajarlo de raíz, ya que poner límites es fundamental para garantizar nuestro auto-cuidado.
¡Espero que te sirva de ayuda!