A menudo, nos da vergüenza reconocer que estamos sintiendo celos. Y, en realidad, esa vergüenza hace que los ocultemos causando que la emoción se vuelva aún más incómoda y difícil de manejar. Por eso, hoy quiero hablar de la importancia de reconciliarnos con los celos para poder gestionarlos de manera saludable.

Como cualquier otra emoción, los celos son parte de nosotros. Sin embargo, no es fácil hablar de ellos porque vivimos en una sociedad que los rechaza. A menudo, cuando hablamos de los celos, lo hacemos de manera despectiva, utilizando frases como «es una tóxica» o «menudo celoso». Esto hace que sea muy complicado reconocerlos, hablar de ellos y entender que, al igual que el miedo, la tristeza o la alegría, los celos son completamente naturales y los sentimos todos.

El problema no es sentir celos, sino lo que podemos llegar a hacer cuando los sentimos. Los celos no se convierten en un problema hasta que empiezan a afectar nuestras relaciones o nuestra propio bienestar. Cuando no se gestionan bien, pueden transformarse en celos patológicos o celotipia, y es en estos casos cuando necesitamos trabajar para evitar que nos hagan daño a nosotros mismos o a quienes nos rodean.

Entonces, ¿qué son realmente los celos? Son el miedo a perder la conexión que tenemos con alguien que es importante para nosotros. Es ese temor a ser reemplazados, a dejar de ser importantes para esa persona.

Una situación muy habitual es sentir celos cuando aparecen otras personas en las vidas de nuestros seres queridos. Estas personas son percibidas como una amenaza, como si pudieran quitarnos a nuestro ser querido o que este deje de interesarse por nosotros porque apareció alguien «mejor». Pero también podemos sentir celos cuando hay alguien que, aunque aún no tenga una relación muy estrecha con nosotros, tememos que no nos elija. Un ejemplo de esto es cuando estas conociendo a alguien que te gusta mucho y sientes celos de otras personas que podrían ocupar tu lugar. E incluso podemos sentir celos hacia personas que forman parte del pasado de nuestro ser querido, como por ejemplo, sus ex-parejas.

Sentir celos puntualmente no tiene por qué ser un problema. El problema es cuando esos celos son frecuentes, intensos, te llevan a tener conductas de control y afectan a tu relación con los demás.

Tendemos a juzgar a la persona que siente celos y le acusamos de tener un problema sin pararnos a pensar qué es lo que está haciendo que se sienta de ese modo. ¿Qué explica entonces que una persona sienta celos?

Para explicarlo de forma muy sencilla, puede haber situaciones puntuales en las que pueda ser lógico sentir celos o que sientas celos porque tengas una baja autoestima y eso te haga sentirte inseguro/a en tus relaciones por temor al rechazo o al abandono.

En el primer caso, un ejemplo puede ser que mi pareja haya cambiado de trabajo, que haya hecho muy buenas migas con sus compañeros, quiera quedar más con ellos y que ya no saque tiempo para quedar conmigo. En este caso, ha habido un cambio evidente en la relación y tu pareja ha dejado de invertir tiempo en ti. ¿Sería lógico sentir miedo a perderle, no?

En cambio, un ejemplo del segundo caso sería que mi pareja se ha ido de Erasmus y ha conocido a un grupo de personas con el que ha congeniado muy bien, me habla de ellos y nada a cambiado en nuestra relación, sigue teniendo tiempo para mí y no me oculta nada, pero hay algo que no me deja estar tranquilo/a, me comparo con las amigos/as con las que se lleva tan bien y me enfada que se lo pase bien. En este caso, mis celos pueden tener que ver más conmigo que con el otro. Sus nuevos amigos, el hecho de que socialice con personas distintas a mí y que haga planes me ha activado el miedo a perderle o a que encuentre a alguien «mejor» que yo que me reemplace. Este tipo de celos suelen hablar de nuestra propia falta de confianza, de sentir que no somos suficientes para esa persona. Y es ahí donde tenemos que trabajar: en aprender a fortalecer nuestra autoestima para no compararnos con los demás y aprender a confiar más en nuestra relación.

Ahora que ya he reconocido mis celos y he identificado qué los provoca, ¿qué hago con ellos?

Los celos son una emoción tan potente que pueden llevarnos a perder los papeles: podemos enfadarnos sin razón aparente con nuestro ser querido, actuar de manera pasivo-agresiva, recurrir a comportamientos como espiar las redes sociales de la otra persona o dejarle de hablar como castigo. El error más común es no hablar de cómo nos sentimos, y cuando lo hacemos, a veces ni siquiera lo hacemos de manera honesta. La comunicación, en estos casos, es fundamental.

Es importante saber que hablar de nuestros celos no tiene por qué ser algo negativo. A veces tememos quedar mal si lo hacemos o creemos que la otra persona se va a enfadar. Pero si lo hablamos desde el respeto y poniendo el foco en cómo te sientes tú y nombras tu miedo sin acusar a tu ser querido, es mucho más probable que te comprenda. Esto es especialmente importante en situaciones donde ha habido un cambio en la relación, como en el ejemplo del primer caso, en el que es esencial hablar de lo que sentimos para poder cuidar la relación.

Espero que, después de leer esto, te sientas más tranquilo/a con respecto a tus celos y, si te has identificado con algún ejemplo, puedas empezar a trabajar en cómo gestionarlos de manera más saludable.